Manifestación estatal por un Sáhara Occidental Libre
Cada año se convoca una manifestación estatal en Madrid, el sábado más cercano al 14 de noviembre, en solidaridad con el pueblo saharaui y por un Sáhara Occidental libre.
En 2023 bajo el lema “El Derecho Internacional, el camino; la independencia, el destino”, unas cinco mil personas nos unimos para reclamar respeto a la legalidad internacional en el Sáhara Occidental y la descolonización de este territorio por parte de Marruecos. Como cada año, se vivió una mezcla de ilusión, rabia y esperanza de todos los allí presentes.
La relación entre España y el territorio del Sáhara Occidental nace, de forma institucionalizada, del reparto colonial por las potencias europeas del continente africano en el siglo XIX, concretamente la Conferencia de Berlín de 1884-1885 que dispuso que este territorio podía ocuparse y explotarse por el Reino de España.
Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se crearon las Naciones Unidas en 1945, casi una tercera parte de la población mundial vivía en territorios que no eran autónomos y dependían de las Potencias coloniales.
Hoy en día Naciones Unidas sigue contabilizando 17 Territorios No Autónomos en el mundo, y expresamente se encuentra en ese listado el Sáhara Occidental. No es Marruecos, no es España, no es Argelia, no es Mauritania: El Sáhara Occidental es un territorio africano pendiente de descolonizar.
España, en 1975, firmó un Tratado con Marruecos y Mauritania para cederles la Administración del Territorio No Autónomo y miró a otra parte ante la invasión marroquí y tras esto, la huida de España de sus responsabilidades legales y morales.
Los sucesivos gobiernos de España desde 1975 hasta la actualidad han olvidado su responsabilidad con el pueblo saharaui.
Dicen que rendirse, muchas veces implica ganar. Pero también dicen que vale más la pena, aunque pierdas, luchar hasta el final.
Y en esas está el pueblo saharaui. Es su historia, la realidad incuestionable de un pueblo que lleva 48 años esperando justicia. No bajaron la cabeza en una primera decepción, ni en la segunda, ni en ninguna. De valentía y resistencia nadie les puede dar lecciones.
Parte de la población originaria del Sáhara occidental, unos 200.000 saharauis, vive refugiada en la Hamada argelina hace ya 48 años; en unos campamentos de kilómetros interminables de arena, jaimas y construcciones de barro. Con depósitos de agua racionada de los que depende su vida, en unas condiciones climáticas muy extremas y dependiendo casi exclusivamente de la ayuda internacional para alimentarse.
El 50% de los refugiados saharauis han nacido ya en los campamentos y no han conocido la patria que sus padres aún recuerdan.
En estos campamentos han nacido ya hasta tres generaciones de saharauis marcadas por esta herida.
En la tierra a la que anhelan volver los refugiados, viven otros muchos saharauis. Son quienes se quedaron en el Sáhara Occidental cuando Marruecos se lo anexionó tras la salida definitiva de España en 1976. Nadie sabe cuántos son, pues desde los años 90, Rabat ha fomentado la inmigración de marroquíes al territorio. Aquí no hay ninguna ruptura con el pasado de violaciones de los derechos humanos de los saharauis. Si bien, las condiciones materiales distan mucho de la precariedad de los refugiados, de lo que más carecen es de libertad.
Dicen que al final, ganan los que se atreven a vivir sin miedo sonriendo y a soñar sin tener nada, solo la esperanza de volver a su tierra y ser libres.
Los saharauis deberían ser dueños de su destino. Su futuro no puede negociarse porque el Sáhara Occidental es su patria, su país, su tierra.
El pueblo saharaui, abandonado y silenciado por la comunidad internacional, pide a gritos que les demos voz. No estáis solos. Somos miles de españoles los que os admiramos, respetamos y no os soltaremos de la mano.
Esto va de seguir en pie, cuando el mundo tiembla bajo tus pies.
Por el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Porque son ellos los únicos que deben decidir el futuro del Sáhara Occidental.